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Javier Milei ante la estafa electoral de Nicolás Maduro: crónica de una ruptura anunciada

Javier Milei dedicó buena parte de las últimas 36 horas a seguir de cerca las elecciones en Venezuela y su escandaloso desenlace en el que la oposición denunció por fraude al dictador Nicolás Maduro. En contacto con varios de sus funcionarios que siguieron el tema, como el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y la canciller Diana Mondino, el Presidente esta vez se involucró en el minuto a minuto de los pasos que dio el Gobierno y buscó garantizar una fuerte reacción de la comunidad internacional al régimen chavista.

Mientras en su administración había quienes, amparados en los pronósticos de las encuestas independientes, abonaban la teoría de que Maduro no tendría margen para intentar mantenerse en el poder, el Presidente no se sorprendió con lo ocurrido: aunque confiaba en que la oposición venezolana había logrado una propuesta sólida detrás del candidato Edmundo González Urrutia, delfín de la referente María Corina Machado, para imponerse ampliamente, según confiaron sus colaboradores no tenía “ninguna expectativa” de que el régimen chavista aceptara la derrota.

En la intimidad, Milei estaba convencido que se consumaría una nueva “estafa electoral”, como calificó al triunfo por el 51 por ciento de los votos frente al 44% que se atribuyó el chavismo, a través del Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) que nunca difundió detalles de la votación y sólo mostró un resultado con el 80 por ciento de los votos escrutados y con una irregularidad adicional contundente: la suma de votos, contando los de los restantes candidatos, superaba largamente el 100 por ciento.

En cualquier caso, el día después de los comicios, el Presidente buscó enviar un mensaje de esperanza a los venezolanos: celebró, de cara al futuro, que “los leones despertaron”, en un mensaje similar al que utilizó el año pasado en la campaña que lo llevó al Sillón de Rivadavia, dijo que “el fraude perpetrado por el dictador Maduro “no es más que una victoria pírrica” y ratificó que la Argentina desconocerá el resultado electoral.

Según confiaron altas fuentes de Presidencia, Milei planteó la necesidad de dar un fuerte respaldo a la oposición venezolana “para que de mantenga fuerte y unida” y “no se desmoralice ante este atropello electoral” del régimen chavista.

“El fraude que ha llevado adelante y perpetrado el dictador Nicolás Maduro no es ni más ni menos que una victoria pírrica, puede que haya ganado una batalla, que él crea que ha ganado una batalla. Sin embargo, lo más importante es que los leones venezolanos despertaron y tarde o temprano se va a terminar el socialismo», remarcó en un video publicado a través de TikTok.

Luego, en un mensaje a través de la red social X, el jefe de Estado reforzó el concepto: “Ni él (por Maduro) se cree la estafa electoral que festeja”, dijo. Y evitó responderle al dictador, que lo había tildado de “nazi fascista” y hasta lo desafió a un combate: “Los insultos del dictador Maduro para mí son halagos. Casualmente repitiendo los mismos agravios de muchos ‘periodistas’ bienpensantes de la Argentina cuya posición endeble permite que las atrocidades de Maduro sean legitimadas”.

También, en una frase con varios destinatarios y diversas interpretaciones, convocó a la comunidad internacional “a unirse para restaurar el Estado de Derecho en Venezuela”.

Es que, más allá de lo discursivo, este lunes Milei coordinó desde bien temprano la respuesta diplomática al régimen. En contacto con Mondino, alineó a la Argentina con lo gobiernos de Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay para reclamar un conteo de votos “transparente” y “una reunión urgente del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) para emitir una resolución que salvaguarde la voluntad popular”.

En tanto, admitieron fuentes inobjetables de Presidencia, que antes de que la Cancillería de Venezuela echara a los representantes argentinos -y de los otros países firmantes del comunicado y cuyas autoridades esbozaron críticas, como Chile- Milei evaluaba endurecer la posición de Argentina y hasta romper las relaciones diplomáticas. “Está bajo estudio”, concedían ante la consulta de Clarín.

La sede en Caracas funcionó todos estos meses sin embajador, bajo el mando del encargado de negocios Andrés Mangiarotti. Pero cerrar la sede, como planteaban desde Cancillería, a pesar del peso simbólico, no era una decisión fácil, ya que en la embajada hay asilados seis dirigentes de la oposición venezolana a la espera de un salvoconducto.

Por otro lado, Milei quería evitar generar una respuesta de Maduro, para que centenares de miles de venezolanos que viven en la Argentina no se vieran perjudicados al momento de hacer sus trámites y acceder a su documentación. Cuando pasadas las 18, el régimen de Maduro retiró a la embajadora Stella Lugo y a toda la misión venezolana, en Balcarce 50 se encendieron las alarmas y la prioridad pasó a ser el personal en la sede en Caracas. Con una premisa: “Maduro está dispuesto a todo”.

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