En los últimos días, las noticias sobre el boxeo femenino en los Juegos Olímpicos ocuparon los principales sitios de noticias, no precisamente por un hecho meramente deportivo.
Todo comenzó cuando la italiana Angela Carini decidió abandonar el ring de la competencia después de recibir un derechazo en el rostro por parte de la boxeadora argelina Imane Khelif. La pelea duró segundos, pero bastaron para alimentar días de debate sobre si Khelif debía o no competir. No colaboraron los dichos de la italiana y lo confuso de su relato, además del episodio ocurrido con la Asociación Internacional de Boxeo en 2023. La razón de su argumento fue que la boxeadora argelina ya había sido excluida por la IBA del pasado mundial por no «superar las pruebas de elegibilidad de género». Imane, de 25 años, que compite en la categoría de hasta 66 kilos produce altos niveles de testosterona, la hormona que suelen medir las entidades deportivas en la rama femenina (solo en la rama femenina) para determinar quiénes pueden participar.
El odio, transfobia y la discriminación volvieron a ser estandarte de un grupo de personas que, en nombre de la libertad, buscan cualquier excusa para atacar, agredir y violentar nuestras identidades. Lo más rancio de la ultraderecha mundial quiso tirar agua para su molino instalando una falsa polémica que se convirtió en el show de la transfobia y el antifeminismo. Figuras como Ayuso, Elon Musk y J. K. Rowling asumieron, sin chequear la información ni tener pruebas, que la boxeadora olímpica era trans. Varios medios acompañaron la cuestión, ya sea para desinformar o para intentar despejar las dudas y los prejuicios arrojados de manera cruel e inhumana hacia Imane Khelif.
Portales de todo el mundo comenzaron una campaña inhumana sobre Imane Khelif, difundiendo fake news. ¡Es hombre! ¡Es trans! ¡Intersex! ¿Parece hombre…? ¡Un hombre casi mata a una mujer! Así de crueles eran los encabezados. Si hubiera sido una mujer trans, estos sitios no solo estarían violando todos los tratados de DDHH internacionales, además estarían ejerciendo violencia de género tratándola de manera opuesta a su sentimiento. Imane Khelif no solo nació mujer, se identifica como mujer cis y nunca se reconoció como trans. Para estos siniestros personajes que todo el tiempo intentan corrernos con el tema de la biología como una verdad absoluta, si alguien tiene vulva, es mujer y si tiene pene, es hombre. En este caso ¿qué pasó, muchaches?
Mensajes llenos de odio, transfobia y discriminación que subían la violencia cuando eran reproducidos en redes sociales. De los haters anónimos estamos acostumbradxs, pero en este episodio eran muchas cuentas verificadas. Como les comentaba al principio de esta columna, lo más arcaico de la derecha mundial se pronunció al respecto. Uno de ellos fue Álvaro Peñas: «El hombre biológico de Argelia, Imane Khelif, ‘vence’ a la italiana Angela Carini tras solo 45 segundos en el ring. Entrenas durante años, eres seleccionada para representar a tu país en unos juegos olímpicos y te sacrifican en el altar de la ideología de género. Qué vergüenza». El señor presidente retuiteó en su cuenta de X un posteo de la cuenta Pregonero que decía: “Pusieron a boxear a Imane Khelif (un tipo) contra una mujer. La mina abandonó a los 45 segundos porque le volaba la cabeza”. La respuesta de nuestro señor presidente, como siempre, en vez de contemplar la prudencia que sus atributos deberían darle, duplicó la apuesta: «A ver boluprogres. Vengan a explicar esto… Cuando se les marca las estupideces con argumentos, responden poniendo todo tipo de etiquetas que buscan cancelar el argumento que los rebate. Después aparece la realidad que los expone frente a su imbecilidad… Si seguía la mataba…”. Pablo Muñoz Iturrieta se sumó a la ola: “Debido a que hay mucha confusión al respecto, aclaro algo sobre esta condición que trato en mi libro Atrapado en el cuerpo equivocado: El boxeador es hombre. Lo que ocurre es que estamos ante un caso de un atleta con un trastorno de desarrollo sexual, portador de cromosomas XY…”
En sus años como boxeadora, Imane tuvo participaciones sin mucho éxito en los mundiales de 2018 y 2019, y en los Juegos Olímpicos de Tokio llegó a cuartos de final. En 2022 cambió de categoría y ganó la medalla de oro en los juegos del Mediterráneo y el campeonato de África y fue subcampeona mundial amateur (al parecer, la testosterona no le garantizó el campeonato mundial). Fue en 2023 que ganó sus primeros cuatro combates, pero fue descalificada por la IBA antes de competir en la final. En esta ocasión, se basaron en el test hormonal y fue excluida.
Es importante aclarar que en Argelia los actos sexuales consensuados entre personas del mismo sexo siguen siendo penalizados. La persecución contra las personas LGBTIQ+ de esta nación hace imposible que una persona trans pueda representar al país en instancias internacionales. También se pronunció el Comité Olímpico Internacional con un comunicado, luego de la difusión de la desinformación, en el que se aclaró que Imane cumple con las normas de elegibilidad y que toda persona tenía derecho a practicar deporte sin discriminación.
Asistimos a un tiempo donde la retórica del odio inunda las redes y los medios de comunicación. En estos discursos se establece con claridad que algunas personas son menos humanas que otras: una nueva forma de demonización del colectivo LGBTIQ+.
Todas las personas tienen derecho a vivir libres de violencia y discriminación.
Dejen de contar nuestros cromosomas y cuestionar nuestras identidades y hablen de que hay un violador y pedófilo en la villa olímpica. Su nombre es Steven Van De Velde, condenado por violar a una nena de 12 años. No los escuché ni leí ningún tipo de reclamo o protesta por este caso. Una persona trans no puede participar de las olimpiadas, pero un violador pedófilo sí, no tiene ningún impedimento. Esto no lxs escandaliza, ni les da para twittear… No sé si es un factor a tener en cuenta, pero vale mencionar que el sujeto en cuestión es rubio de ojos claros, está en el grupo de pertenencia. Daría la impresión de que bajo sus reglas es mejor convivir con un violador que con alguien que se sale de la norma.
Ya pasaron varios días y ni el señor presidente ni ninguna de las otras personas que se pronunciaron sobre el tema pidieron disculpas ni admitieron que se dejaron llevar por las fake news. Si quienes se erigen con vehemencia como adalides de la imparcialidad quieren instalar un debate sobre cómo hacer más justas las competencias deportivas y qué parámetros deben tomarse en cuenta, adelante. Desconozco las razones de por qué en competencias de hombres no se mide la testosterona para discriminar casos de ventajas biológicas, solo creo que sería justo que los mismos criterios se aplicaran para todxs.