A tres semanas para el cierre del período de sesiones ordinarias, el presidente Javier Milei ya tomó la decisión de que una vez que en diciembre se haga efectiva la salida -por jubilación- de Juan Carlos Maqueda de la Corte Suprema de Justicia, avanzará con su plan de completar la vacante con un juez designado por decreto de necesidad y urgencia.
La idea, revelada hace unas semanas por Ricardo Kirschbaum en Clarin, fue desmentida inicialmente por el Gobierno. Sin embargo en los últimos días distintos funcionarios de alto rango empezaron a admitir la posibilidad.
Igual, aunque Milei ya está decidido a pagar el costo político que implica una movida que en 2015 realizó Mauricio Macri con Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, en el Gobierno creen que en las próximas horas podrían destrabarse las negociaciones con el kirchnerismo por los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla: “Después del fallo (de Casación, por la causa Vialidad Nacional) Cristina va a estar apurada para cambiar la integración de la Corte”, aseguró ante este diario uno de los funcionarios que más escucha el Presidente.
En Casa Rosada se vivió con tranquilidad pero también expectativa la previa de la decisión que este miércoles tomarán los jueces Gustavo Hornos, presidente de la Sala IV de Casación, Mariano Borinsky y Diego Barroetaveña.
“Seguramente van a estar más dispuestos a negociar”, agregan, en relación a los sondeos sin éxito que ensayó Santiago Caputo con dirigentes de La Cámpora y a las gestiones en el Senado que realizó el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio.
En criollo, según la visión del Gobierno, la actual mayoría que se cimienta en torno a Rosatti, el presidente del Alto Tribunal, podría resultar una incomodidad para los intereses de Cristina ante la apelación que presentaría en caso de confirmarse la condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos que le impuso el Tribunal Oral.
No es ninguna novedad que en Balcarce 50 también prefieren tener como interlocutor al otro cortesano de peso, Ricardo Lorenzetti, quien según el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, recomendó a Lijo.
En el caso de Cristina se trata, en cualquier caso, de especulaciones del oficialismo: es que el vínculo entre Lorenzetti y los K transitó por distintas etapas y la ex jefa de Estado lo combatió duramente en los últimos años en el poder. En el universo kirchnerista siempre lo señalaron por sus complicaciones judiciales.
En un escenario que al Gobierno se le complicó conseguir las firmas de los senadores para obtener dictamen de comisión de los pliegos, en Balcarce 50 saben que con la actual composición de la Cámara Alta sólo puede torcer la balanza un cambio de postura de Cristina. Por eso tampoco descartan cambiar uno de los dos nombres. El de Lijo parece ser inamovible: “Primero que se apruebe uno y después vemos”, es la réplica. Resignaron aquella máxima que repetían durante los primeros debate y planteaba que “aprueban los dos ó ninguno”.
Mientras el triángulo de hierro de Milei mide con mucha cautela cada paso para no entorpecer el diálogo subterráneo con los K, en el Gobierno aclaran que están de acuerdo con el proyecto de ley de “Ficha limpia”, que de aprobarse le impediría a Cristina ser candidata por tener una condena por corrupción con doble conforme, aunque admiten que no es prioridad. Aseguran que no lo ponen en el centro de la agenda para evitar que la presidenta electa del Partido Justicialista se victimice y acuse a Milei de querer proscribirla, como hacía con Mauricio Macri.
Con todo, si los K se mantienen intransigentes, el Gobierno se prepara para disponer vía decreto del reemplazo de Maqueda. “No vamos a dejar que la Corte funcione con tres jueces”, reconocen. Y subrayan un argumento: “A diferencia de Mauricio, nosotros primero enviamos los pliegos y le dimos la posibilidad al Senado para que opine, la responsabilidad es de ellos”.