Jugó en Boca y Europa, pero las lesiones lo obligaron a reinventarse en más de una ocasión.
Boca Juniors fue históricamente una fabrica de talentos, formando jugadores que no solo destacan en el fútbol argentino, sino que también logran dar el salto a Europa. Sin embargo, otros tantos no logran asentarse en el primer equipo, motivo que obliga a buscar nuevos rumbos en busca de continuidad y estabilidad.
Un claro ejemplo de esto es Emiliano Romay, quien tuvo un debut soñado en el «Xeneize» y generó ilusión en los hinchas, pero fue desinflándose y tuvo que buscar nuevos caminos. Luego de su retiro, el exjugador se comenzó a trabajar en una fábrica de explosivos.
Emiliano Romay y su paso por el fútbol
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Luego de jugar en el fútbol argentino y Europa, Romay se retiró en el 2014.
Romay, nacido en Mar del Plata en 1977, creció en una familia con un apego fuerte por el fútbol. Su abuelo, quien jugó en Peñarol e Independiente, le inculcó la pasión por este deporte desde muy pequeño. A los cinco años comenzó su formación en Independiente de su ciudad natal, y a los 15 años fue convocado a la selección Sub-17.
Su gran participación en el Sudamericano de 1993 y el Mundial de Japón lo llevó a las inferiores de Independiente y luego a Boca, donde debutó en la primera en 1994, con tan solo 17 años, marcando un gol recordado contra Ferro.
A pesar de su prometedor debut, las lesiones interrumpieron su carrera. Jugó en Huracán, Niza y Santiago Wanderers, donde ganó un título en 2001, pero sus problemas físicos lo alejaron de la élite del fútbol.
Su vida después del retiro
Tras dejar el fútbol, Romay se reinventó trabajando en diversos oficios hasta llegar a Austin Powder, donde trabajó durante 11 años. Allí comenzó en el área de supervisor de producción y luego se trasladó al sector administrativo. Además, sigue vinculado al fútbol como entrenador en las inferiores del Club Peñarol de Rafaela.
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