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Cómo es Groenlandia, la gran isla que Trump quiere comprar

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Con su paisaje melancólico, hay que equiparse contra el frío para recorrer Groenlandia, la isla más grande del mundo después de Australia. Es que “el país de las sombras largas” –tal como se llamó un clásico de Hans Ruesch en los años 50– es una de las regiones más heladas del planeta.

Ilulissat. Albatros Adventure Marathons

Está poblada por más de 55 mil habitantes y su nombre original es Kalaallit Nunaat que significa “tierra de los hombres” y da cuenta del apego íntimo, real y simbólico, que los originarios inuit tienen con este territorio áspero y hostil, ocupado en un 80 por ciento por una formidable capa de hielo.

Con grandes recursos minerales, rutas comerciales emergentes y una ubicación estratégica clave, Groenlandia pertenece al reino de Dinamarca y está situada al norte del océano Atlántico y al sur del Mar Glacial Ártico. En su capital, Nuuk, se concentra la mayor parte de los residentes, unos 17 mil habitantes que conservan el estilo de vida tradicional de sus ancestros.

Nuuk, la capital de Groenlandia, en invierno.Rebecca Gustafsson – Visit Greenland

Nuuk es pintoresca y ecléctica: casas de madera mezcladas con modernos monoblocs, en los que se advierte la influencia danesa. Los edificios públicos, las escuelas y hospitales coinciden con el estilo escandinavo: simple, funcional y minimalista.

Durante el apacible verano, los hombres sacan sus trineos tirados por perros huskys y hacen agujeros en el hielo para pescar y cazar focas. Destinos como Uummannaq tienen 24 horas de luz natural. El sol aparece a mediados de mayo, no se pone hasta fines de julio y la temperatura es agradable.

Los paseos en trineo tirados por perro son una de las actividades favoritas de los turistas en Groenlandia.Kim Insuk – Visit Greenland

Las arsamnerit o auroras boreales son uno de los espectáculos majestuosos de Groenlandia. Hay que ir hacia el norte para disfrutar de esa danza multicromática de los dioses, aprovechando la ausencia de contaminación lumínica de la región. Kangerlussuaq es uno de los mejores lugares del mundo para verlas debido a que el clima es relativamente estable y ofrece un cielo despejado.

En el crudo invierno, los días no superan las tres horas de luz. Pero aunque es larga, fría y oscura, la estación tiene una belleza incomparable. Con el mar semi congelado, los témpanos parecen copos de crema o de detergente y se mueven como botes gigantes. Las formaciones de hielo pueden tener un año o veinte mil de antigüedad, formas de coral, hongo o postre con confituras y perlas.

Esa temporada cruda, la gente circula por los fiordos helados y maravillosos en trineos de perros o motos de nieve. El clima es extremo, polar. En el norte, el termómetro puede marcar -40 ºC.

Resto de la cornamenta de los renos en los alrededores de Kangerlussuaq; la caza es una actividad muy relacionada con la cultura del lugar.Lisa Germany/ Visit Greenland

Groenlandia es como un cuento de hadas, con sus construcciones de colores y sus cielos violeta. Circula entre los viajeros una leyenda según la cual los groenlandeses son capaces de distinguir más de cuarenta tipos de hielo, que harían las delicias de los bartenders.

Para darle la bienvenida a un viajero se lo saluda con la expresión aluu y para expresarle amor a un ser querido se dice asavakkit, además de realizar el gesto tradicional de olerse colocando la nariz y el labio superior contra la mejilla o la frente de la otra persona.

Niña Ilulissat con su traje típico.DeAgostini/Getty Images – De Agostini Editorial

Más de un 80 por ciento de la población del país es indígena, mientras el resto procede de Dinamarca y no todos los locales son amigables con los daneses. Hasta 1960, la mayoría de la población vivía en aldeas, pero se ha ido desplazando hasta las ciudades, concentrada en la costa oeste libre de hielo y apta para la pesca, y en el sur.

En 1953 pasó de ser colonia danesa a integrar Dinamarca y en 1979 obtuvo la autonomía, contando con un gobierno y un parlamento. Hace unos años, tras un referéndum, quedó abierto el derecho de autodeterminación.

La entonces reina de Dinamarca Margrethe II en una visita a Groenlandia en 2022 Aningaaq Rosing Carlsen

Los pueblos de Groenlandia tienen una fisonomía especial, las casas son muy coloridas y se distinguen en la inmensidad de una geografía yerma, desprovista de árboles o con unos pocos esqueléticos. Todas las localidades son costeras y el tránsito es acuático o por helicóptero. No existen caminos interiores y hay muy pocas pistas para aviones.

La gran mayoría se dedica a la caza y la pesca. Ballenas, marsopas, toninas, osos y focas, además de peces y aves, son alimento cotidiano, y por eso, la fauna es bastante arisca cerca de los poblados. Llevan milenios habituados a esta práctica de subsistencia. Para ver animales hay que alejarse de los centros urbanos, donde los botes de los pobladores no llegan. Una vez allí, sólo queda contemplar el esplendor del paisaje.

La caza y la pesca son parte de la cultura inuit.Visit Greenland

Vale la pena visitar el yacimiento arqueológico de Hvalsey, un antiguo asentamiento vikingo, históricos pobladores del sur de Groenlandia que desaparecieron misteriosamente y dejaron pocos rastros.

Acaso, si los sueños de Trump se cumplen, Groenlandia podría vivir un proceso similar al de Alaska, que en el siglo XIX fue adquirida por los Estados Unidos a Rusia por 7,2 millones de dólares. Separada por menos de 5 kilómetros en su punto más cercano del estrecho de Bering, en invierno es posible cruzar a pie la frontera helada. Alrededor de 1850, el interés ruso por Alaska empezó a decaer por la crisis del comercio de pieles de nutria marina, que había sido rentable por más de un siglo. En 1867, el secretario de estado norteamericano William Seward acordó con el embajador ruso en Washington la compra del territorio y Rusia transfirió formalmente Alaska a los Estados Unidos, entregándole la llave de la costa septentrional del Pacífico.

El ciclismo off road es parte de las actividades extremas propuestas por la isla de Groenlandia.Mads Pihl – Visit Greenland – Mads Pihl

En Groenlandia los glaciares gimen y crujen al perder hielo. Se escuchan a lo lejos explosiones, como si todo un ejército disparara sus armas. Los sonidos, habituales para los locales, desconciertan al forastero.

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