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Paula Hawkins: Suele haber un punto en la escritura de la novela en el que me siento en mi escritorio y lloro

Paula Hawkins visitó la Argentina por segunda vez para presentar su novela La hora azul (Planeta), había venido en 2017 por su libro Escrito en el agua. La autora del éxito La chica del tren eligió para su nueva novela meterse en el mundo del arte y, además de desarrollar una historia de romance y muerte, se permite preguntarse sobre los límites de las bellas artes y, como suele hacer, reflexionar sobre el machismo en las diferentes disciplinas.

Hawkins comenzó su vida profesional en el periodismo financiero, al que se dedicó durante más de quince años antes de volcarse completamente a la escritura de ficción. Nacida y criada en Zimbabue, se mudó a Londres en 1989, y vive allí desde entonces. “Recuerdo haber leído El cuento de la criada de Margaret Atwood cuando tenía 17 o 18 años y me impresionó mucho, era una novela literaria que también era impactante y feminista, y luego me causó algo similar La historia secreta de Donna Tartt”, repasó la escritora en diálogo con PERFIL.

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Su primer thriller, La chica del tren, se convirtió en uno de los mayores fenómenos editoriales de la última década y ha sido adaptado al cine por DreamWorks Pictures, con Emily Blunt como protagonista. Con más de 29 millones de ejemplares vendidos en más de 50 países, Paula Hawkins es una de las autoras de novela negra más leídas del mundo.

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La hora azul presenta la siguiente intriga: el Tate Modern descubre que el hueso utilizado en una de las esculturas más famosas de la célebre y ya fallecida artista Vanessa Chapman es humano. Casualmente, la artista tenía un marido desaparecido y vivía en una isla solitaria que es solo accesible durante el día porque baja la marea. Este es el disparador para conocer la intimidad de relaciones entrecruzadas y los vínculos turbulentos entre los personajes.

Entrevista con Paula Hawkins

– ¿Quedó algo de su infancia en África en su escritura?
Mi infancia y mi adolescencia en Zimbabwe nunca fue el foco de mi escritura, pero bueno, yo viví ahí hasta los 15 años, fue una experiencia que me formó, pero era una niñez un tanto suburbana, una niñez muy feliz, obviamente, pero a medida que fui creciendo y me transformé en adolescente, me di cuenta de que las personas blancas en Zimbabwe viven en los suburbios con pileta, con cancha de tenis, mientras que hay una división muy fuerte con el resto de la sociedad que quizás vive en la pobreza.

Entonces, esa sociedad tan dividida fue parte de lo que fui aprendiendo a medida que fui creciendo, entonces me puso contenta cuando me pude ir finalmente. Obviamente hay parte de eso que extraño, extraño a mis padres que viven allí todavía, pero bueno, así fue la experiencia en su momento.

–En esto que mencionaba hay una conciencia social importante de su parte y algo de eso, pero más vinculado al feminismo en su escritura, ¿es una decisión o simplemente aparece?
Creo que es parte de mí. Soy feminista, así que eso se refleja en mis escritos. Escribo principalmente sobre mujeres. Mis protagonistas siempre son mujeres. Escribo sobre la vida de las mujeres y su lugar en la sociedad. Así que no sé… no te sentás y pensás: «Voy a escribir una novela feminista», pero espero que el feminismo se exprese a través de mis ideas, y que esas ideas se expresen en los personajes.

-¿Y tiene un ritual de escritura o escribe cuando tiene tiempo, donde sea?
La verdad es que no tengo ningún ritual. Soy bastante práctica porque era periodista y en ese entonces debías sentarte, ponerte a trabajar porque hay una fecha límite. Pero me gusta estar en casa y me gusta el silencio y un buen rato para concentrarme de verdad y sumergirme en el trabajo. Así que no puedo escribir cuando estoy de gira, simplemente no funciona. Puedo tomar notas y cosas así, pero no puedo escribir bien.

–¿Y recuerda cuál fue ese momento en que decidió dedicarse a escribir ficción?
Nunca le enseñé a nadie lo que escribía, pero siempre tuve la idea de que tal vez algún día… Cuando me dispuse a escribir La chica del tren, creo que incluso entonces me preguntaba si publicarlo con otro nombre. Tenía muy poca confianza y siempre me ponía muy nerviosa mostrarle cosas al mundo. Con el tiempo lo superas, pero me llevó mucho tiempo.

–¿Cree que hay algo de ser mujer también en todo eso? Esto también aparece en el libro, que a la mujer se le exige mucho más que a un hombre o que siempre se pretende que tenga determinada personalidad, que sea más amable que un hombre, que sea buena.
Existe la expectativa de que debés ser agradable y que debés sonreír y ser amable en ese momento. Una de las razones por las que califican de difícil a Vanessa (la protagonista del libro) es porque no lo hace, no es amable. Ella es buena en su trabajo, así que sí, creo que realmente a todas las mujeres se nos enseña a hacer eso desde que somos pequeñas, ya sabes, a ser una buena niña y es difícil no dejar de hacerlo. Si has estado escuchando eso toda tu vida.

–¿Qué le gustaría que sintieran sus lectores al leer el libro?
En un nivel básico, quiero que disfruten del misterio, del miedo, del suspenso y de la paranoia. Me gustaría que se sumergieran en ese mundo artístico y en la atmósfera que ofrece la isla. Más allá de eso, creo que cada lector tendrá una reacción diferente a esos personajes.

–¿Disfruta del proceso de escritura o lo sufre hasta que termina o, al contrario, lo disfruta y cuando termina, arranca un poco el sufrimiento?
Hay momentos en los que realmente lo disfruto y otros en los que realmente sufro. Suele haber un punto en la escritura de la novela en el que me siento en mi escritorio y lloro porque también es terrible. Y luego hay días en los que soy muy feliz.

Así que realmente depende de cómo vaya la cosa, de cómo me sienta ese día con lo que acabo de escribir. No soy de esas personas que odian cada minuto de la escritura. Definitivamente no soy esa persona. Pero tampoco creo que todo sea divertido. Siempre hay momentos muy difíciles en el medio, pero sobre todo lo disfruto, de hecho. Mayormente sí. Me siento muy privilegiada de hacer este trabajo porque no hay otra cosa que quisiera hacer más que escribir.

Gi

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