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Platense se consagró campeón del fútbol argentino por primera vez en la historia

1 de junio de 2025, el día más importante en la historia del Club Atlético Platense. Pensar que aquellos hinchas que alguna vez lo vieron jugar, lo vieron mudarse de esa esquina tan tradicional del barrio de Saavedra, como Manuela Pedraza y Cramer, y aguantaron las dos décadas que Platense estuvo en el fútbol del ascenso, incluso en la Primera B Metropolitana, ya no hablamos solamente de la B Nacional.

Aquel Platense inolvidable que en la década del setenta, con Miguelucci en el arco, encontró una definición con remates desde el punto del penal, la posibilidad de salvarse de manera milagrosa. Aquel Platense que durante la década del ochenta encontró alguna vez un tercer puesto en un campeonato, y eso se festejó como un gran triunfo. Aquel Platense que cantaba desde las populares: “Todos nos llaman el fantasma del descenso, pero Platense de primera no se va. Todos los años aparece un pichi nuevo y al descenso lo tenemos que mandar”. Era extraordinaria. Los hinchas de Platense orgullosos se vanagloriaban de siempre, siempre resistir, con un poco más o un poco menos de suspenso, pero siempre quedarse en la máxima categoría del fútbol argentino.

Aquel Platense que también, en los ochenta, con el “Beto” Carlos Alejandro Alfaro Moreno, con el “Ruso” Claudio Spontón, con algunos nombres inolvidables de aquellos tiempos, ganaba liguillas a River, a Boca sobre todo, y se permitía grandes alegrías. Ese Platense que vivía con lo puesto —porque siempre vivió con lo puesto— y que en algún momento se mudó al estadio Ciudad de Vicente López, ese que uno ve cada vez que pasa por la avenida General Paz.

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Ese Platense vivió ayer una jornada inolvidable, definitivamente marcada a fuego para la eternidad. Por eso tanta emoción, por eso tanto abrazo, por eso tantas generaciones mezcladas en cada uno de esos festejos. Y por eso, al mismo tiempo también, su majestad, el fútbol, generando un vínculo difícil de explicar. Porque la argumentación que más se repetía de cada uno de esos decenas de miles de hinchas de Platense que estaban en las tribunas del estadio de Santiago del Estero era: “Yo lo festejo por mí y por algunos que hoy no pueden estar. Yo lo festejo por mí y por aquellos que soñaron con poder encontrarse con un momento como este. Yo lo festejo porque alguna vez pensé que me iba a morir sin poder ver a Platense campeón”.

Y entonces, desde cada uno de esos que acreditaban más de 70 o más de 80 años, fundidos con nietos que no tienen siquiera 20, había un sentimiento increíble. Había una atmósfera en el aire única. Ese golazo extraordinario de zurda de Guido Mainero pasará a ocupar un lugar dorado en la historia del Calamar. Por una vez, el Calamar se transformó en el Rey de los Mares, por encima de cualquier otro.

El fútbol argentino hoy aprecia cómo la clase obrera va al paraíso. Y por eso el fútbol es extraordinario. Y el fútbol argentino, en particular, aún con todas sus debilidades estructurales, aún con su desorden organizativo, aún con algunas circunstancias en las que los dirigentes del fútbol se traicionan unos a otros después de darse un abrazo a la vuelta del pasillo en alguna reunión de la AFA, aún cuando la inseguridad jurídica domina nuestros campeonatos —porque se escriben reglamentos con la mano y, de acuerdo a las necesidades, cuando faltan pocas fechas para el final de un torneo, se los borra con el codo, como suprimir los descensos y modificar algunas situaciones que lo hacen poco confiable—, el carácter competitivo del futbolista argentino genera lo que en ninguna otra liga del mundo podría ocurrir.

Si pudiéramos establecer un parangón, es como si arrancara el campeonato del fútbol de España y el Getafe dijera que van salir campeones, y después lo fueran. Es como si en Inglaterra arrancara el torneo y el Fulham dijera que van salir campeones, y después lo lograran. Es como si en Italia arrancara el torneo y el Cagliari dijera que van salir campeones, y lograran el título.

El antecedente de una final entre Huracán y Platense que tuvo una curiosa definición

Es verdad, no hace falta que nos lo diga nadie, nosotros lo sabemos: es muy difícil que Platense pudiera ser el campeón del fútbol argentino en un torneo de dos ruedas, todos contra todos, 38 fechas, y no con este formato. Es absolutamente improbable, no solo posible. Pero en este contexto, con esta disputa de campeonato, Platense fue creciendo con el correr de la definición. Nunca estuvo afuera de los 16 clasificados en la fase de grupos, y terminó entrando sexto en su zona. Pero a partir de allí, ¿quién puede objetarle algo al equipo de Orsi y Gómez?

Le ganó como visitante 1 a 0 a Racing, uno de los grandes candidatos, en tiempo regular. Le ganó en los remates desde el punto del penal, después de igualar 1 a 1 contra River en el estadio Monumental, con una actuación absolutamente polémica del árbitro Yael Falcón Pérez, en un partido que Platense debió ganar en el tiempo regular. En las semifinales también le ganó 1 a 0 a San Lorenzo, con el gol de Zapiola, sin siquiera necesitar de los penales. Y ayer, con el zurdazo inolvidable de Guido Mainero, también se terminó quedando con el título en el tiempo regular.

Con una estructura defensiva espectacular: Cozzani en el arco, una defensa que sale de memoria con Saborido, Salomón, Nacho Vázquez —que seguramente habrá jugado ayer el partido número 99 con la camiseta de Platense, y el último—, y Silva en la izquierda. Con el enorme Leonel Picbo en la mitad de la cancha, junto con Herrera, y después Mainero, Taborda, Ronaldo Martínez y Lotti. Un equipo austero, humilde, solidario, que hizo del colectivo su gran fortaleza, que puso siempre al “nosotros” por delante del “yo”, y que logró ayer vivir su día más glorioso.

Pero el fútbol tiene de todo, y por suerte también tiene otro tipo de gestos. Por eso, a la hora de repasar las opiniones, a la hora de volver a recrear lo que fue la tarde de ayer en el Madre de Ciudades en testimonios, también vale observar el de Frank Darío Kudelka. Porque a veces, perder no es fracasar. “Yo vengo con esta medalla porque sabe el agradecimiento que tengo de haber llegado hasta acá, y el valor que le doy a mi equipo por haber llegado hasta acá. Lo que pasa es que quiero separar lo que es coronar de triunfar. Hoy nosotros no coronamos, pero sí triunfamos”, dijo luego del partido.

Acepta la derrota Kudelka y reconoce el trabajo de sus futbolistas, por todo lo que le duele haber perdido el partido. Entonces es allí en donde fracasar, triunfar, el haberlo dado todo, adquiere otra dimensión. Por supuesto que la postal de la derrota, en un juego en donde tiene que haber un ganador, eran esas tribunas del Globo, que acompañaron y que soñaron con que, más allá de una Copa Argentina ganada hace algunos años, pudieran, medio siglo y algo más después de aquel inolvidable Huracán del ‘73, volver a ganar un campeonato. Pero, seguramente, en el tiempo Huracán podrá valorar el año enorme que está haciendo de mediados de año hasta esta parte, peleando los dos campeonatos: contra Vélez y contra Platense, los campeones. Y siendo ganador de su fase de grupos en la Copa Sudamericana.

La alegría era de Platense. La satisfacción era del Calamar. Los abrazos, los saludos, muchísima emoción y un goleador que escribirá en letras de molde para la historia de la estadística ese zurdazo que se colgó en el ángulo superior derecho de Hernán Galíndez. Es el cordobés Guido Mainero.

“Pura felicidad, porque lo dijimos siempre: somos un grupo humilde que soñamos en grande, con un cuerpo técnico que nos hizo soñar en grande. Y creo que bien merecido lo tenemos por lo que fuimos en todo el torneo. Fuimos superiores y siempre merecimos pasar. Y hoy es un premio, que lo disfruten. Es hermoso quedar en la historia de este club, porque es una locura”, declaró el goleador.

Nos alegra que le vaya bien a la gente que es buena gente, a aquellos a quienes vio crecer, desarrollarse y vivir por estas horas el momento más extraordinario de su carrera profesional. Fabio Orsi y Sergio Gómez son una dupla de entrenadores que comenzaron en el fútbol del ascenso —Fénix, Flandria, para citar tan solo un par de ejemplos— y después la posibilidad de dirigir en Primera División con Godoy Cruz, Atlético Tucumán, hasta llegar a Platense, en donde ambos jugaron en sus respectivas carreras como futbolistas profesionales.

El recuerdo, en esta jornada tan especial, para los que tienen al lado, pero también para los que ya no están. Fabio perdió a su papá hace apenas 45 días, y lo recordaba en el festejo: “Agradezco mucho a la vida por todas las cosas que compartí con él. Soy muy agradecido. Lo siento cerca. Sé que anda por acá”, expresó.

¿Cómo llegaron a Platense los jugadores campeones del fútbol argentino?

Mi viejo decía una frase: que todo lo que hagamos tenía que valer la pena. Si cuando terminamos de hacer algo sentimos que valió la pena, el camino está logrado. Y hoy les pedí eso, como en los cuatro partidos: que después del esfuerzo, y después del partido —sea cual sea el resultado—, podamos sentir que valió la pena”, dijo sobre la charla previa al encuentro con el plantel.

Y de Orsi a la otra mitad de ese cuerpo técnico tan trabajador, tan laborioso, tan centrado, tan entendedor, tan ubicado en todo lo que implica interpretar las posibilidades que tiene su equipo para exprimirlas al máximo, y las debilidades, para ocultarlas y que resulten indetectables para los de enfrente. Sergio Gómez. Cinco hijos, mucha emoción y también el recuerdo de su madre: “Es muy lindo estar en la tierra de mi vieja. La gente de mi barrio, de San Antonio, que no podía ver el partido porque no tenía el pack, lo escuchaba. Ahí pateé muchas cuadras para vender lo que sea, para poder sobrevivir. Y hoy estoy muy feliz por todos esos que participaron para que yo pueda forjar la personalidad que tengo. Agradezco a todos: a mis hermanos, a mis hijos, a mi vieja, que es lo más grande, que no la tengo conmigo, y a mi hermano, que no lo tengo conmigo”.

Esas decenas de micros de hinchas de Platense todavía están volviendo en peregrinación desde Santiago del Estero, pero las 15 horas de viaje ya no importan. Al contrario: sirven para seguir recordando tantos y tantos años de historia, y el golazo de Mainero. El festejo siguió no solamente en la cancha y en el vestuario. Siguió en la conferencia de prensa, cuando estaban allí los técnicos de Platense.

Para que lo grite el “Polaco” Enrique, que decía: “Primero hay que saber sufrir, y después gozar”. 120 años de historia. Todavía se están pellizcando. Lo disfrutarán para toda la vida. Platense le ganó a Huracán 1 a 0. Es el campeón del fútbol argentino. Y por eso, por estas horas, todo, absolutamente todo, está teñido de marrón.

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