Wanda Nara vive a su ritmo, siempre un paso adelante y capaz de transformar cualquier situación cotidiana en un evento de impacto mediático. Días atrás mostró orgullosa que finalmente cumplió un gran sueño: la compra de una mansión de más de 6 millones de dólares en Nordelta. Pero lo que llamó la atención no fue la propiedad, sino un extraño chat que compartió para anunciarlo.
Entre sus historias de Instagram, apareció una captura de WhatsApp con varias amigas suyas celebrando la compra como si se tratara de una película. El grupo tenía un nombre por demás particular: “Las Payarolas”, un guiño directo al apellido de su abogado de confianza, Nicolás Payarola. La emoción en los mensajes era tan efusiva que muchos creyeron que se trataba de una conversación armada por Wanda. ¿Fake o real?
En medio de las sospechas, Wanda no dijo nada pero actuó como suele hacer: publicó más contenido. Mostró una cena íntima en su casa del Chateau Libertador junto a sus hijos, Zaira Nara, Kennys Palacios y tres integrantes de ese selecto grupo. Así, dejó claro que Las Payarolas existen, tienen nombre y apellido, y no son un invento.
¿Quiénes son? La primera en responder el mensaje en el chat fue Natalia Córdoba, una influencer con más de 170 mil seguidores, especializada en lifestyle y viajes. Pero además, trabaja como maquilladora y estilista, sobre todo en el mundo de las novias. Tiene una presencia sólida en redes y un vínculo cercano con Wanda desde hace tiempo.
UNA POR UNA: QUIÉNES SON LAS AMIGAS DEL GRUPO DE WHATSAPP SECRETO DE WANDA NARA
Luego apareció Luciana Campill, kinesióloga y fisiatra con un consultorio propio en Belgrano. Se especializa en estética facial y colaboró con Zaira en el lanzamiento de su línea de skincare. Reservada, profesional y con un perfil más bajo, es parte de ese círculo discreto que rodea a la mediática.
Y por último, Flor Mellino, productora de moda y asesora de imagen. Su currículum es potente: trabajó en campañas para Netflix, Disney, Warner, TNT, Flow y marcas reconocidas. Sabe moverse detrás de cámara y en silencio, como le gusta a Wanda que sea su entorno más íntimo.
Todas ellas compartieron no solo la cena, sino una pijamada con rutina de skincare incluida, que Wanda mostró con orgullo. Las Payarolas no son influencers del montón, ni amigas improvisadas. Son profesionales con recorrido, que están en las buenas y en las mejores. Y que, por ahora, prefieren mantenerse lejos del ruido, aunque la historia diga lo contrario.