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Asesinaron a su padre kiosquero y será candidato a concejal: «Me quería ir del país, ahora quiero ser la voz del vecino necesitado»

Nicolás Sabo (29) sonríe en este nuevo ciclo de su vida. La última vez que había hablado con Clarín, hace tres años, tenía lágrimas recorriendo su rostro, transmitía angustia y anunciaba que cerraría su kiosco y se iría del país. El joven es hijo de Roberto Sabo (48), el recordado y querido kiosquero asesinado a balazos en noviembre de 2021 en su local de Ramos Mejía, un caso que generó indignación y conmoción a nivel nacional.

Pasaron casi cuatro años y la familia transitó el luto por Roberto, aunque nunca se terminaron de ir las intenciones de partir hacia otras latitudes. «Después de lo de mi viejo, el cagazo no se fue nunca, pero no quedaba otra que volver abrir el kiosco donde mi papá quedó tirado y seguir laburando», confiesa Nicolás.

«También tuvimos mi hermano (Tomás) y yo la necesidad de pensar y buscar nuestro futuro en otro lugar. Pero hoy siento que la historia es diferente, quiero pelearla desde acá, otro lugar y espero que no se me malinterprete», cuenta.

Ahora, Nicolás dice que «la historia es diferente» y que quiere «pelearla desde otro lugar». Es que será candidato a concejal por el partido Potencia, espacio conducido por María Eugenia Talerico -ex vicepresidente de la Unidad de Información Financiera durante el gobierno de Mauricio Macri-, en las elecciones bonaerenses del próximo 7 de septiembre.

«Es verdad que yo dije en su momento que no confiaba en los que nos tenían que cuidar. Y lo sostengo. Por eso me quiero meter en política, para intentar modificar algunas cosas», expresa con cautela.

Nicolás Sabo (29), junto a la referente del espacio Potencia, María Eugenia Talerico.

Después del asesinato de su padre, que resultó como una bomba mediática por lo que movilizó públicamente a los vecinos de Ramos Mejía y alrededores, a Nicolás se le acercaron desde distintos espacios políticos para intentar sumarlo. «Yo no quería saber nada, estaba muy triste, indignado y me parecía oportunista. Necesitaba estar con mi familia y despedir a mi viejo como se pudiera», recuerda.

El interés desde distintos bunkers continuó y la respuesta fue siempre negativa, Incluso amigos de su padre procuraron persuadirlo para que Sabo hijo, a quien le veían pasta, se metiera en política. El joven insistía en que aún no era el momento.

Siguió trabajando en el kiosco familiar de Ramos Mejía junto a sus abuelos paternos y tuvieron la posibilidad de abrir otro comercio en Villa Luro, atendido por su hermano Tomás y otros parientes. «Allá por abril, una mañana me cayó la ficha de que quería un cambio en mi vida, me envalentoné, estaba preparado para ser útil desde el otro lado del mostrador y me comuniqué con esos amigos de mi viejo que me lo habían ofrecido y que tenían algunos contactos en la política», relata.

Y agrega: «Así fue cómo me presentaron a María Eugenia Talerico, con quien tuve algunas reuniones y después de unas semanas craneando, acepté su propuesta.»

Últimas vacaciones de Nicolás y Tomás con su papá Roberto (en el medio).

Nicolás habla sereno y convencido. También lo hace con prudencia, para no herir susceptibilidades: «Me sentí identificado con la ideología, la ética y los valores que a mí me enseñaron y, sobre todo, me sedujo con la oportunidad que le quería dar a los jóvenes.»

«Muchas veces se dice que a los jóvenes se los tiene en cuenta, pero después quedan a la deriva. María Eugenia me puso primero en la lista del espacio Potencia, dentro de una lista en la que hay otros trabajadores y vecinos de La Matanza como yo. Y empecé a moverme, a caminar las calles, sin dejar de laburar en el kiosco».

Sabe que su vida pegará un volantazo y seguramente el kiosco, esa faena que mamó de su padre, tenga que dejarlo. «Sé que todo será diferente. Por un lado, empezaré a ser más conocido, por otro también entiendo que me pegarán y putearán por todos lados. Forma parte de nuestro folclore político, pero sobre todo debo tener en claro qué es lo que quiero hacer yo dentro de la política», señala.

Y para Nicolás «justamente se trata de todo lo opuesto» a lo que vio hasta ahora: «Por eso me propuse como primera medida ayudar a combatir la inseguridad y a ser la voz de los vecinos comunes».

El abrazo de Nicolás y Tomás, en 2022, cuando condenaron al asesino de su padre. Foto: Juan Manuel Foglia.

Como candidato a concejal, Sabo calcula que necesitará unos cincuenta mil sufragios de los potenciales 750 mil votantes de La Matanza. «El dolor de la pérdida de mi viejo se transformó en este impulso, en este empujón para intentar, aunque sea mínimamente, cambiarle la realidad al vecino. ¿Sabés cuál será mi primer trabajo? Ganarme la confianza de la gente», sostiene.

«Yo decidí ser parte, también, por la memoria de mi viejo y no estoy dispuesto para nada en exponer y ensuciar el apellido Sabo. Por eso creo que será importante cortar la distancia que existe entre el político y el vecino, que hoy es abismal», indica.

Consultado sobre qué diría su papá sobre su candidatura a concejal Nicolás responde: «El viejo me diría ‘dejate de joder, qué ganas de meterte en quilombos tenés’. Y yo le respondería: pa, dejame probar al menos, si está todo mal así… quizás pueda ayudar a cambiar algo. Seguro que él no se quedaría callado y me devolvería ‘ponete a estudiar, viajá junto a la familia, protegete’.

«Le retrucaría que tengo la ilusión de aportar mi granito de arena para que nadie más sufra como nos tocó sufrir a nosotros. Y él terminaría diciendo: ‘Dale, hacelo, confío en vos’. Pensé todo ese diálogo y además tuve el apoyo de toda mi familia», agrega.

Estar al tope de la lista del espacio Potencia lo coloca a Sabo con chances de entrar como concejal: «Creo que con mi candidatura, viendo lo que me pasó y mi laburo como vecino y comerciante, siendo el primero de la lista genera un mensaje de transformación. Hay una clara intención del espacio a querer cambiar algo, así lo vi yo, así lo entendí y me convencí en que es una oportunidad que no quiero desaprovechar.»

Una de las tantas y multitudinarias marchas pidiendo justicia por el crimen de Roberto. Foto: Constanza Niscovolos.

No hay que descartar a los escépticos, a los mal pensados y a los que creen que lo acomodaron para ¿silenciarlo? «Es entendible que se piense así, porque yo lo pensaría. Pero voy a demostrar que mi inclusión tiene argumento, tiene convicción y siento que también futuro«, afirma.

«Yo pretendo, más que nadie, hacer las cosas bien, de haber querido ser oportunista, hubiera aceptado la cantidad de propuestas que tuve, algunas muy cerca de elecciones pasadas. Pero siempre me mantuve al margen porque no estaba convencido. Ahora sí creo que me llegó el momento«, considera.

Sobre cuál sería su primer sueño dentro de la política, Nicolás contesta: «Poder llegar a los jóvenes, que son los más escépticos y también a aquellos muchos que se quieren ir de Argentina, como pensaba yo hasta hace muy poco tiempo. Quiero convertirme en un referente, en que se puede llegar a estar de este lado del mostrador y hacer cosas. Es lo que le digo a mi hermano Tomás, que es menor y se quiere ir… Pero me está escuchando.»

En cuanto a los que no se quieran meter en política, porque no les interesa, el joven candidato dice: «Okey, pero déjenme tener una oportunidad de estar cerca. Yo voy estar al lado del vecino que me necesita, del vecino invisibilizado y vulnerable.»

Y antes de finalizar vuelve a aparecer la memoria de su papá Roberto. «Cada día pienso en él, lo extraño mucho, pero desde la alegría, como era él, siempre estaba sonriente el guacho, era un tipo copado, a veces pendejo divertido, era su ADN…», rememora.

«Para mi hermano y para mí, papá era un planazo… que una pizza, un partido al truco, desafíos en la play, se calentaba cuando perdía. Nos hacíamos unos partidos en los que nos sacábamos chispas. Yo jugaba con el Aston Villa y él con él Bayern Munich por Lewandowski, que se llama Robert, como él… Papá era mi mejor amigo», concluye.

AA

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