Pasaron 25 años desde que un inquietante sonido, apodado “Julia”, fue captado en las profundidades del océano Pacífico, y todavía hoy los científicos no logran determinar con exactitud su origen. El registro, que muchos describen como una extraña “voz de mujer” que tararea, fue detectado el 1 de marzo de 1999 por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y, desde entonces, se convirtió en una de las grabaciones más misteriosas de la historia.
El sonido fue registrado gracias a una red de hidrófonos autónomos ubicados en el Pacífico ecuatorial oriental. Su intensidad fue tal que pudo ser detectado a más de 4800 kilómetros de distancia y tuvo una duración aproximada de tres minutos. Tras un análisis inicial, la NOAA delimitó el área probable de origen a una vasta zona entre el estrecho de Bransfield y el cabo Adare, en las proximidades de la Antártida. Sin embargo, la extensión de la región y la falta de datos precisos dificultaron la identificación exacta de la fuente.
Como la grabación no pudo obtener una respuesta científica, rápidamente surgieron miles de especulaciones al respecto. Entre las hipótesis más difundidas, la NOAA se sugirió que podría tratarse del sonido de un enorme iceberg que encalló frente a la Antártida, fenómeno capaz de generar un ruido tan potente como el registrado. Sin embargo, algunos usuarios de Internet sostuvieron que podría tratarse de una nave extraterrestre que viajaba bajo el agua. Incluso en foros como Reddit circularon publicaciones que afirmaban que, en el mismo periodo en que se escuchó “Julia”, imágenes del satélite Apollo 33A5 de la NASA mostraban “una gran sombra” moviéndose en la zona suroeste de Cape Cadre.
“Si es cierto, esta criatura nunca nos atacó ni causó problemas. Navegar por el océano seguirá siendo como hasta ahora”, comentó un usuario, que le restó importancia a la idea de una amenaza oculta. Otros, en cambio, remarcaron que existen varios casos de ruidos no identificados en los océanos y que, en todos, aparecen teorías fantásticas que rara vez logran ser desmentidas en su totalidad por los científicos.
Aunque “Julia” es uno de los registros más recordados, no es el único que sigue sin tener una explicación definitiva. Entre los casos más recordados documentados por la NOAA en las últimas décadas se encuentran: