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Está a un paso de recibirse, sobrevivió a un incendio con su hermano y sigue estudiando desde el hospital

Las vidas de Ariel (33) y Teodoro (25) Fernández cambiaron para siempre el 21 de junio. Esa noche quedaron atrapados en un incendio que destruyó su casa del barrio Pujol, en Puerto Madryn, y les provocó graves quemaduras. A más de dos meses de ese trágico episodio, fueron derivados a Buenos Aires, donde siguen luchando por sus vidas.

Lo que les ocurrió a los hermanos impactó de lleno en toda su familia. Sus padres debieron renunciar a sus trabajos para poder acompañarlos día y noche en el hospital y se trasladaron hasta la Capital Federal para afrontar junto a ellos el largo tratamiento que tienen por delante.

“Yo trato de ayudarlos, pero también tengo mi familia y mis hijos. Es imposible cubrir todos los gastos”, explicó Gimena, hermana de los jóvenes, en diálogo con ADNSUR. Aunque a los padres se les otorgó un lugar donde dormir, deben afrontar los costos de alimentación y traslados.

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Frente a esta realidad, la familia lanzó una campaña para reunir fondos. El objetivo es sostener la estadía en Buenos Aires mientras continúan los tratamientos. “Es una situación crítica, no queremos dejar de acompañarlos y por eso pedimos ayuda. Lo que estamos viviendo es muy difícil, pero sabemos que con el apoyo de la comunidad podemos salir adelante”, expresó Gimena.

Quienes quieran colaborar pueden hacerlo a través de las transferencias a la cuenta a nombre de Gladys Gimena Fernández Cruz, cuyo alias es gimefer.mp.

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LA NOCHE DEL ACCIDENTE Y LA LUCHA DE TEO POR RECIBIRSE DE INGENIERO

La noche del incendio, Teo había regresado de la iglesia. En su casa lo esperaba Ariel, su hermano mayor. La lluvia los convenció de quedarse a ver un partido de fútbol en el departamento del más chico, en la planta alta. Minutos después, una explosión sacudió todo.

Ariel fue el primero en reaccionar. “Cuando abrió los ojos ya tenía todas las llamas arriba”, relató su hermana. Como pudo, despertó a su hermano y juntos intentaron escapar. La desesperación los llevó a intentar sofocar las llamas mientras vecinos se movilizaban para ayudarlos.

Un vecino logró trepar hasta el segundo piso para guiarlos y, con esfuerzo, abrieron la puerta para que más personas pudieran ingresar con baldes y mangueras. La explosión, provocada por la acumulación de gas, debido a una fuga en caños que habían instalado hacía pocas semanas, destruyó el pequeño ambiente, sin dejar nada en pie.

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La ambulancia demoró en llegar, y aunque los jóvenes lograron caminar hasta el vehículo, el diagnóstico posterior fue mucho más grave de lo que parecía a simple vista. A sus familiares les advirtieron que corrían riesgo de vida y les adelantaron que el pronóstico no era alentador.

Ariel y Teo sufrieron quemaduras de primer y tercer grado en aproximadamente el 30% de sus cuerpos. También resultaron afectadas sus vías respiratorias. Fueron internados en terapia intensiva, donde permanecieron 38 días antes de pasar a clínica quirúrgica.

El cuadro de ambos fue complejo: Teo presentó quemaduras en los pies, brazos, manos, rostro y cuello, además de fiebre persistente durante toda su internación. Ariel sufrió lesiones similares, aunque se salvaron sus pies gracias al calzado que llevaba. “Era muy difícil el cuadro de ellos. Estaban comprometidos tanto por dentro como por fuera”, explicó Gimena.

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Ambos necesitaron múltiples intervenciones, curaciones y tratamientos de kinesiología para iniciar su recuperación. Luego de una larga lucha, lograron ser derivados a centros de alta complejidad en Buenos Aires. El mayor está en el Hospital de Quemados, mientras que Teo se encuentra en el Sanatorio Agote.

La situación económica de la familia Fernández se agravó con el accidente. Ariel, que realizaba changas de albañilería y pintura, además tiene una discapacidad que le limita la movilidad de un pie.

Teodoro, empleado en Aluar y a punto de recibirse de licenciado en Informática, tuvo que interrumpir su carrera cuando estaba a un paso de terminarla. Solo le resta hacer la defensa oral de su tesis.

Aún en los peores momentos, nunca dejó de lado el estudio y se las ingenió para repasar su tesis desde la cama del Hospital Ísola de Puerto Madryn. Antes de partir rumbo a Buenos Aires en un avión sanitario, les prometió a sus médicos que se recuperará para concretar su sueño.

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