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De maravillas y milagros, el Lázaro de Avellaneda

A pocos minutos del final del partido ante Central Córdoba en el Cilindro de Avellaneda, Maravilla Martínez fue reemplazado y el estadio se vino abajo en aplausos. No por lo realizado el viernes a la noche propiamente dicho, sino por el enorme ciclo que acarrea en Racing, con títulos y goles importantes.

Su rendimiento viene demostrando que más allá de su deseo de hacerle caso a Dios, la biología tiene sus tiempos y las decisiones pueden no cobrarse en el corto plazo, pero seguro se pagan en el largo.

“Dios me sanó”, dijo hace un par de semanas, antes del clásico de Avellaneda, el atacante de Racing. A todos los que habíamos leído las noticias de su lesión nos dejó sorprendidos. En contra de todo lo que dice la evidencia científica sobre lo que se debe hacer (según el diagnóstico oficial de una lesión en el platillo tibial), Maravilla jugó y habló de sanaciones mágicas, sumado a una voz divina que le dijo, como a Lázaro de Betania: “Levántate y anda”. En ese levantarse e ir, Maravilla obró otro milagro: convirtió un terreno pedregoso en un gran predio con canchas de fútbol y pádel en su ciudad natal, Campana.

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“Dios no va a bajar a hablar conmigo, pero yo le creí. Aunque los estudios dicen que estoy fisurado, siento que estoy sano”, afirmó el delantero tras aquel encuentro. Los rumores deslizaron que en la semana previa se había acercado al técnico Gustavo Costas y lo conminó: “Dios me dijo que tengo que jugar”. Él lo negó, pero los rumores son rumores.

La frase “lo que diga Maravilla, lo dice Maravilla” que soltaron desde el cuerpo médico deja flotando lo que acontece habitualmente en el fútbol. Más allá de lo que piense y crea el médico, si el futbolista dice que está para jugar, el técnico lo quiere poner y su vida no corre riesgo, el jugador juega.

Hay un valor simbólico en la presencia de la dupla Salas-Martínez, estando los dos en buen estado, que es inocultable. Con números impactantes, hoy es el futbolista que más goles lleva en la actualidad en Primera A: con 40 anotaciones en 64 encuentros (10 asistencias), de los cuales en 56 fue titular.

“Es uno de los mejores delanteros de Sudamérica”, sentenció Diego Milito, quien además de ser presidente de Racing ha sido un centrodelantero de elite. En eso se convirtió Maravilla en diez años, desde que a fines de 2014 recuperó su libertad y el fútbol le dio una oportunidad de vida en Defensores Unidos de Zárate hasta la actualidad victoriosa con Racing. Previamente, Maravilla había tenido un breve paso por las inferiores de Villa Dálmine a los 17, mientras en paralelo trabajaba en una distribuidora. También recolectó basura y fue albañil. Historias de este estilo, en el fútbol moderno, cada día hay menos. Si a eso le agregamos el misticismo de sentirse tocado por el dedo de Dios, se construye un escenario casi irrepetible.

El vínculo místico de Maravilla fue la gota que derramó el vaso en el cuerpo médico de Racing. El cimbronazo se llevó puestos a varios integrantes del cuerpo médico. Lidiar con futbolistas profesionales no es fácil, y si se creen con línea directa con Dios, es aún más difícil.

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