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En plena crisis económica, un rubro comercial sorprende con sus ventas: La gente no deja de venir

En tiempos de bolsillos ajustados, cuando las familias recortan gastos y priorizan lo indispensable, un rubro comercial de Comodoro no solo logra sostenerse, sino que en algunos casos se fortalece.

El curioso fenómeno, relevado por ADNSUR, se da en las rotiserías de la ciudad. Lo que podría interpretarse como un pequeño lujo —comprar comidas preparadas en lugar de cocinar en casa— se mantiene como una costumbre cotidiana en Comodoro y sus alrededores.

Karen, encargada de una rotisería local con 36 años de trayectoria, analiza el tema con una mezcla de asombro y satisfacción. “Este negocio ha visto todas las etapas de Comodoro, con crisis más y crisis menos. Y siempre se mantuvo sólido. Tenemos un respaldo de tantos años y, lo más importante: generaciones de clientes que nos eligen. Eso marca la diferencia”, explica.

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Según cuenta, la fidelidad es un factor determinante. “Nuestro cliente es fiel. El que come con nosotros, si no viene un día, al siguiente vuelve. Y además, últimamente estamos sumando clientes nuevos porque notan la relación entre calidad y precio. Mantenemos los valores sin descuidar la calidad, y eso es algo que la gente reconoce. Muchas veces prueban en otro lugar, pero terminan regresando”.

Karen, encargada de un rotisería con 36 años de trayectoria, asegura que la clave del éxito está en la fidelidad de los clientes.

El sector gastronómico no está exento de los movimientos que provoca la economía, pero la dinámica es particular. Mientras algunos comercios pequeños han cerrado sus puertas, los locales más consolidados parecen absorber esa demanda.

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“Es el momento en que los negocios chiquitos desaparecen, lamentablemente. Nosotros, al tener varias sucursales y trabajar con volumen, podemos equilibrar las ventas entre un punto y otro. Además, compramos grandes cantidades de carne y otros insumos, lo que nos permite negociar mejores precios y seguir siendo competitivos”, detalla Karen sobre una situación que, según corroboraron otros comerciantes a ADNSUR, se replica en locales similares de la ciudad.

Otro cambio que se observa está en el comportamiento de los clientes. Aunque en general el consumo se sostiene, la encargada reconoce que el público se volvió más cuidadoso. “Antes la gente compraba sin preguntar. Ahora se escucha más seguido: ‘¿Cuánto sale esto?’. Es lógico. Sin embargo, al final la mayoría termina valorando que en algunos lugares puede comprar más por lo mismo. Un chico le decía a su mamá: ‘Prefiero venir acá porque con lo que me gasto en otro lado en dos empanadas, acá me compro tres’. Ese tipo de comparaciones es cada vez más frecuente”.

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El crecimiento de las aplicaciones de delivery también juega un rol clave. “El aumento de pedidos por plataformas como PedidosYa es impresionante. Muchos clientes que antes no venían al local ahora nos encuentran ahí. Eso nos permitió llegar a personas que no nos conocían o que no tenían tiempo de acercarse. Es un canal que no deja de crecer”.

Consultada sobre el impacto de la crisis en sectores específicos, como el petrolero —uno de los motores económicos de la región—, Karen admite que hay cambios, aunque no necesariamente en la cantidad de clientes.

“Notamos que algunas personas que antes compraban asados para reuniones ahora eligen pizzas o empanadas, porque es más accesible. El consumo se adapta, pero no desaparece. Incluso, hay quienes aprovechan los descuentos que ofrecemos en convenios con determinados gremios. La gente busca esas oportunidades y las valora mucho”.

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En definitiva, lo que podría parecer prescindible termina siendo un hábito difícil de abandonar. Tal vez porque las rotiserías ofrecen algo más que comida rápida: simplifican la rutina, resuelven reuniones familiares y brindan un respiro en medio de la vorágine diaria.

“Yo creo que la rotisería es parte de la vida cotidiana de Comodoro. La gente puede ajustar en muchas cosas, pero no deja de venir. Es un lujo accesible, y en tiempos de crisis, esos pequeños alivios también cuentan”, resume Karen.

Este sector parece haber encontrado la fórmula para mantenerse vigente incluso en los momentos más difíciles. Una muestra de que, en medio de la incertidumbre, el hábito de compartir una pizza o unas empanadas sigue siendo una tradición que resiste.

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