«Dar es dar», puede cantar con toda justicia León Gieco. O, en sus palabras: «Que el dolor no me sea indiferente». Es que la historia y la carrera de este cantautor están indisolublemente ligadas a una disposición a ese dar, a un compromiso con las causas sociales y humanas que se manifestó de diferentes maneras, muchas, sin darse nunca a conocer públicamente. Tanto, que el autor de «Sólo le pido a Dios» ha decidido desde 2015 trabajar exclusivamente para causas solidarias. A este hombre que es ejemplo de coherencia y solidaridad, se le rindió homenaje con el Día del Músico Solidario. La Legislatura porteña instauró la efeméride el 20 de noviembre, día de su cumpleaños, al sancionar la Ley 6.752. Ayer, en el Salón Dorado de la Legislatura, se celebró esta fecha, con torta, velitas y feliz cumpleaños, y también con música, como corresponde. La fecha es también un comienzo: a partir de ahora todos los años se homenajeará a un músico solidario, y se organizará un concierto destinado a una causa social.
«Lo que no se recuerda muere. Lo que se recuerda no muere», podía reconstruirse en las letras invertidas del poema visual de la escultura que recibió León como premio, obra del artista Alejandro Thornton. La sanción de la ley que instaura el Día del Músico Solidario partió de la iniciativa de Amia, que ha sumado el proyecto visual de este poema al reclamo de justicia y la denuncia de impunidad por el atentado a la mutual judía. Muchos músicos (entre ellos, Juan Carlos Baglietto, que subió al final para acompañar a cantar a León, y Lito Vitale), artistas plásticos, escritores, familiares de desaparecidos, integrantes de organismos de derechos humanos (entre otras Rosita, la mamá de Miguel Bru, Raquel, la madre de Mariano Witis, asesinado por la policía bonaerense) acompañaron a León en este reconocimiento.
«Mis padres sin querer me enseñaron a ser solidario. Me hacían hacer trabajos solidarios y después me felicitaban, me alentaban. Creo que de ahí viene la cosa», reflexionó León recuperando una cantidad de recuerdos de infancia, escenas del campo, momentos ordeñando vacas a las que llamaban por su nombre, o de cuando se mudaron al pueblo, y con ocho años él ya trabajaba repartiendo carne y le llevaba a los dos crotos que vivían en las vías del tren.
Desde el público sonreían quienes también tuvieron mucho que ver con este premio: la compañera de Gieco «por 52 años», Alicia Scherman, sus hijas Joana y Liza, sus nietos Isabela y Oliver (faltaba Antonia, que no pudo estar).
Hubo palabras de autoridades: la ministra de Cultura de la Ciudad, Gabriela Ricardes; la legisladora Cecilia Ferrero, presidenta de la Comisión de Cultura desde la que se impulsó esta ley votada por unanimidad; por Amia su presidente, Amos Linetzky y Elio Kapszuk, su director de arte y producción. Destacaron la fecha como «un acto de justicia», recordaron la cantidad de participaciones del músico en causas solidarias, su premiado proyecto con artistas discapacitados Mundo Alas, que tuvo gira y película, los quince actos que organizó con Amia por los desaparecidos judíos. «En su nombre, agradecemos también a todos los artistas que nos ayudan en esta lucha desigual entre el olvido y la memoria. La memoria nos une», destacó Linetzky.
En el recuerdo aparecieron también los maestros de Gieco en esto de la música y la solidaridad. Mercedes Sosa, a quien llevaba en la remera, y de quien tomó el ejemplo de invitar a los músicos soporte a cantar con él al escenario, como un modo de compartir la música con ellos y alentar sus carreras. Atahualpa Yupanqui, con el recuerdo de un almuerzo en el que «bendijo» su proyecto De Ushuaia a La Quiaca. Pete Seeger, de quien siempre cuenta que tomó otra idea: Cuando lo invitó a los conciertos en el Opera (que puso a compartir con Leda Valladares, Sixto Palavecino y Fito Páez, Horacio Fontova, entre otros), el creador de «Guantanamera» y emblema de la música contestataria de Estados Unidos le dijo que él ya no cobraba por sus shows. Que había sacado la cuenta de que tenía dinero en el banco para vivir hasta los 96 años, y que hasta entonces se dedicaría a causas solidarias. «Y se murió a los 96, increíble. Yo tomé su ejemplo. Pero digo que me va a alcanzar para vivir hasta los 106 años», dijo entre risas Gieco. Guarda la carta que recibió con la hoja de un árbol a modo de «recibo» por el dinero de esos conciertos, donado a un hospital de Nicaragua, como otro premio en su carrera.
Sobre el final Carla Conte, la conductora del evento, dio paso al «Feliz cumpleaños» y hubo torta y velitas. Y llegaron las canciones, la guitarra y la armónica. «Canción para luchar», del disco Bandidos rurales, publicado en 2001, que suena tan actual. Su clásico «El desembarco». «Días peligrosos», de su disco más reciente, El hombrecito del mar. Y como cierre su himno «Sólo le pido a Dios», con Baglietto invitado a cantar con él.
Fue entonces cuando una mujer levantó un pequeño pañuelo blanco, escrito a mano: «Norma Alicia Flores. Juan Carlos Bornico. Desparecidos el 12-5-1977. Memoria, Verdad, Justicia». Cuando el acto terminó, la mujer se acercó a dejarle el pañuelo a León. Fue otro de los reconocimientos que se llevó.
Fue el primer Día del Músico Solidario, que dará paso a muchos más.